jueves, 28 de agosto de 2008

20 Minutos


El hombre es un ser pensante, y como todo ser pensante que habita en la gran ciudad, necesitaba de esos 20 minutos para contemplar algo de la poca naturaleza que la barranca puede mostrar.

20 minutos para desprenderse de los ruidos que nos aturden, de las propagandas que invaden nuestra vista y vicios consumistas, del humo que contamina nuestros pulmones, de nuestros trabajos que se hacen confidentes de nuestro estrés, en fin.

Me había tomado el 107 Rojo para llegar a una oficina de la cual el nombre no recuerdo, con el motivo de obtener el certificado de conducta, y como mi conducta fallo no pude sacarlo ya que había llegado fuera de horario. Sumido en mi tranquilidad y mansa paciencia observe que hacia el Este, amenos de dos cuadras, el aire entraba furioso como una suerte de pulmón para la ciudad y como resfrío para mi salud. El brilloso color celeste profundo me atrajo y empredì marcha hasta llegar al Parque España.

Hacía tiempo que no iba y por eso decidí detenerme apoyado por sobre las barandas de la barranca. Recuerdos de mi prematura niñez me decían que por allí se encontraba el “tobogán gigante” de estructura de caños color rojo y suelo de madera, al que no pude ver y que capas habrán sacado.

Eran las 12:30 AM y solo se encontraban varias personas corriendo a ritmo de trote, dos parejas demostrando que el amor aun existe, y un hombre adulto leyendo La Capital en uno de los bancos de plaza. El sol se elevaba triunfal mientras me calentaba porque el frío viento helaba y los únicos que me perturbaban eran unos chicos del Colegio Español, que dicho sea de paso, el ingreso tenia al lado.

Mirando a lo lejos, se podían observar las islas y sus canales, que a sus orillas unos puntos negros se movían, no serian mas que vacas y toros pastando tomando agua, a los cuales se les podía oír sus mugidos. Siempre me pregunto porque durante muchos años Rosario le dio la espalda al Río, siendo ella quien fue la que la hizo crecer y prosperar, pero por lo menos me quedo con la tranquilidad de que la situación se esta revirtiendo.

Desde este lado de la orilla y por debajo de la barranca se podían observar los dos clubes de pesca de antaño que funcionan allí, y sus centenarios muelles de madera que se derrumban de apoco, donde mi viejo (según sus historias) pescaba con su padre (mi abuelo) y abuelo (mi bisabuelo), donde reviven cantidades de anécdotas que a algunos como yo siempre les gusta escuchar. La madera vieja y las enredaderas que avanzan sobre ella dan cuenta de su deterioro, y emociona el imaginar sus épocas de oro y esplendor.


Pero como la modernidad y la tecnología mantienen al hombre atado, lo que me trajo de vuelta y corto ese momento, fue un mensaje de texto que llegò a las 12:50 AM, con lo cual emprendí mi regreso.

Foto 1: Paisaje del Parque España con el rio de fondo.
Foto 2: Los muelles de madera antiguos.




2 comentarios:

Nacho dijo...

Dejando de lado el que discrepo con tu punto de vista, creo que este es el primer artículo como Dios manda del blog. Altísima calidad. ¡Felicidades!

Personalmente me encantó el aire a hombre perdido en la ciudad y en las complicaciones de la vida. Le diste un estilo muy pulido, excepto por algunas expresiones algo trilladas que en realidad pasan desapercibidas.

Enhorabuena! (??)

Charlotte dijo...

Yo diría sumandome a lo de Nacho...excepto por algunos errores de Orto...(jja)
a mi me gustó...

"dos parejas demostrando que el amor aún existe"(que si es trillada o no,como dijo Nacho, no me importa...porque me gusta!)

adios...
siga así SR!